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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Diseño navideño

Bueno bueno bueno... aquí estoy, renovando el diseño again, esta vez basándome en un estilo invernal XD. Las imágenes están cogidas de Zerochan, por lo que todos los derechos de autor pertenecen a los creadores de estas y no a mi, igual que a los creadores de los recursos que usé para decorar las imágenes.

Hablando así de temas randoms, estoy estresadísima. Las clases son estresantes y casi no tengo tiempo para nada, cada vez que tengo un día de descanso me meten algo de por medio, así no hay Dios quien escriba. Encima ahora que solo falta un capítulo para el gran final de la saga Tenshi... Pero no os preocupeis que pienso terminarla, ya tengo pensado mi siguiente proyecto y no pienso dejarlo atrás.

Además de esto, tengo que ponerme las pilas en Fragmentos (cofcofpublicidadsubliminalcofcofvisitadfragmentosuosquedaissinyaoicofcof) ya que he dejado muchas cosas "en el aire" y debería continuar con mi tablero en el club del misterio. Virgi-onee-sama y yo estamos pensando en como podría ser un segundo episodio del tablero que fui Game Master y realmente es un trabajo duro el que no resulte repetitivo y aburrido, pero estoy segura de que conseguiremos que sea tan bueno como en su primera ronda. También me entraron ganas de hacer un video estilo motion graphic de algun fanfic o incluso de mi tablero del Club, aunque siempre que me quiero poner a ello o me da pereza o el ordenador va leeeeeeeento y como que naranja china, limón francés.

¿Qué más puedo decir? ¡Ah queso, nariz sin hueso! Igual si me aburro demasiado hago algunos dibujos oficiales de los personajes originales de mis fanfics y los subo aquí, con fichas más o menos bien estructuradas y decentes. No se si serán a ordenador o a lapiz, todo depende de cuando tenga tiempo de aburrirme hehehe... n.nU Pero el caso es que lo intentaré.

Dicho esto, no me queda nada más que decir XDU

matta ne!

Dejo una ima de Less pa los fans (si es que tiene alguno/a ...)

sábado, 12 de noviembre de 2011

Shirotenshi: Forgotten memories without you~Cap.6

Marai caminaba tranquilamente bajo la tenue luz de las farolas, sin temor a esa oscuridad que podría ocultar a cualquiera que quisiera hacerle daño sin ningún problema. Ya no era tan débil como lo fue en su momento, sabía valerse por sí misma y no necesitaba de la protección de nadie. Aunque eso no quitara que quisiera volver a sentirse protegida por "esa persona". Lo echaba muchísimo de menos, nadie era capaz de imaginarse la cantidad de dolor acumulada en su corazón desde que él se fue sin dejar rastro. ¿Por qué? Él nunca haría algo así...

Justo en ese momento, un extraño ser apareció de entre las sombras para alzarse imponente ante Marai. Era alto, con una pequeña cabeza circular sombre lo que serían los hombros y dos enormes esferas luminosas como ojos. De ese cuerpecillo salieron dos largos brazos que sostenían grandes garras como cuchillas y una grieta en forma de sonrisa se dibujó en el supuesto rostro de este. Ella trató de apartarse de la criatura pero tropezó con una lata y cayó de narices sobre el asfalto. Vio cómo se abalanzaba sobre ella velozmente hasta que fue detenida por una sombra, una misteriosa sombra más rápida todavía y que la cortó por la mitad como si fuera una finísima hoja de papel. Una nube de plumas negras inundó la calle mientras el monstruo era engullido de nuevo por la oscuridad de la que venía. Los ojos de la morena se abrieron como platos, derramando pequeñas lágrimas.

-Edelier...

Six puzzles~Credo certe ne cras

El joven había crecido bastante, aunque su aspecto había degradado un poco. Su ropa estaba sucia y con manchas de sangre aquí y allí, su cabello descuidado y muy largo y su rostro ceniciento y con una mirada distinta, más dolida, más seria. Sin saber muy bien cómo, lo llevó hasta su casa y cuando quiso darse cuenta se encontraba limpiándole la tierra de la cara con un trapo húmedo mientras él reposaba en el sillón con el pecho al descubierto, ahora vendado. No la miraba directamente, quería evitar sus ojos por alguna razón. Dejó el paño en el sofá y colocó su mano sobre la mejilla del albino, obligándole a fijarse en ella. Él la miró como siempre había hecho, con esa ternura que sólo le dedicaba a su amada, envolviéndola en un abrazo invisible y haciéndola sentir querida sin decir ni una sola palabra. Colocó su mano fría sobre la cálida de ella, rozando su piel suavemente, con tal delicadeza como si temiera que rompiese a cualquier hora. 

-Edelier... ¿por qué te fuiste?

Él volteó el rostro.

-Tuve que desaparecer temporalmente. Si no lo hacía, todos corríais peligro.

-¿Peligro? ¿Por qué?

-Controlaron mi cuerpo para que disparase a Deletier aquella noche, fue un milagro que él consiguiera salir vivo de allí. Podían hacerlo las veces que quisieran, imagínate si llego a estar con vosotros y ellos lo hacían de nuevo.

Ella bajó la mano hasta el cuello del albino y la deslizó hacia su espalda para pegarse a él y abrazarlo. Era el mismo tacto contradictorio, frío y cálido a la vez, que siempre había tocado, toda su vida, era algo muy conocido para la muchacha.

-Aún así, todos hemos sufrido mucho durante todos estos años. Nos has hecho mucha falta, Ede... 

Llevó su pálida mano a la cabeza de la chica y comenzó a acariciarle el pelo, enredando sus dedos en los mechones negros y deslizándolos con dulzura en un intento de consolarla. Él lo sabía, había estado observándola todo ese tiempo y comprendía su dolor como nadie podría hacerlo jamás. La apartó un poco para verla de frente y con una pequeña sonrisa le pidió un favor: que le cortase el pelo. Marai sonrió de oreja a oreja, eso sólo podía significar una cosa: estaba de vuelta.



El rubio abrió los ojos lentamente, comprobando que aún era de noche. Miró a su lado para coger el móvil y ver la hora, aún eran las 3 de la mañana. Volvió a dejarlo con pereza sobre la mesilla y se colocó de lado, bajando los párpados de nuevo. Maldita sea, se dijo, no daba dormido. Algo molesto se levantó, quitándose un par de mechones de pelo de la cara. Se puso una camiseta roja y un pantalón de chandal gris, hacía algo de fresco en la casa y no era tal de ir en pijama por ahí. Se acercó a la ventana para ver la calle solitaria, bajo la luz de una farola pudo distinguir una silueta fina, quebradiza, era la silueta de Less. Cargaba al cuello un collar que recordaba al que se le colocaban a las mascotas y un pequeño crucifijo que resplandecía a lo lejos, vestía una sudadera de color canela y unos pantalones cortos de tela vaquera color negro y en los pies calzaba unas botas de montaña marrón oscuro, casi negro. Le sorprendió verlo a esas horas allí, solo en la calle. Empezó a moverse en dirección a la ciudad, rápidamente Sairon se calzó unas deportivas y salió corriendo para seguirle, algo no iba bien. El moreno fue caminando con tranquilidad hasta el puente donde Sairon y Shei lo habían encontrado hace tiempo. Apoyó los brazos sobre la barandilla y bajó la mirada turquesa a las tranquilas aguas que corrían sin parar. Se acercó poco a poco a él, imitando su postura y bajando la vista como hacía el otro.

-¿Por qué has venido hasta aquí?-preguntó de pronto el rubio, sin quitar la vista del agua.

-¿Tú tampoco podías dormir, eh?-le respondió Less sonriendo.

El silencio se hizo entre los dos, aún sin borrar su sonrisa, el moreno habló otra vez.

-¿Sabes? Todavía me pregunto qué hubiera pasado si Shei y tú no hubierais parado por aquí aquel día...Incluso si nunca os hubiera conocido a todos, si Ume nunca hubiera aparecido... -hizo una pausa, dejando que el silencio actuara como otro anfitrión más de la conversación, dándole un turno y así aclarar los pensamientos antes de seguir hablando.-Nunca me gustó ser lo que soy, nadie se preocupó en preguntar por mis sentimientos y eligieron todo esto para mí.

El rubio miró a la cara a su amigo, observando que había bajado la cabeza de tal modo que el flequillo cubría sus ojos y una sonrisa triste se dibujaba en sus labios, las manos del moreno se aferraron con fuerza a la barandilla.

-Si supieras la cantidad de barbaridades asquerosas que hizo Ume para martirizarme y humillarme, quería que me dejara en paz pero por alguna razón no soy capaz de apartarme de él. Quizás sólo sea que es el único que hasta ahora había sentido como algo "cercano" y me hacía sentir protegido de alguna manera... Llegué a fingir que no me importaba que tocase mi cuerpo, pero realmente quería que parase, que dejase de mancharme de esa forma y aún así, aunque quise hacerlo, no podía gritarle porque me apartaría de su lado.

Sairon frunció el ceño y abrió la boca para hablar, pero se dio cuenta de que Less iba a seguir con su charla, sentía que debía dejar que se desahogase con él.

-Mi madre nunca me quiso, creí que Ume me daría todo el cariño que jamás me dio ella pero estaba equivocado. Pensé que Dios se había equivocado al ponerme en este mundo, que algo como yo no estaba destinado a ser querido... -el joven se llevó las manos al cuello sin ejercer mucha presión sobre él, como si describiera con gestos que había intentando suicidarse más de una vez.-... pero todo eso cambió cuando conocí a Sai-kun y a Dele. Me disteis una razón para la cual seguir vivo, me disteis un lugar en la Tierra por así decirlo.

Iba a decir otra frase más cuando rompió a llorar, al ver esta reacción Sairon colocó sus manos sobre los hombros de Less y le preguntó qué ocurría, porqué se había echado a llorar así de pronto.

-¡Less! Todo irá bien, no tienes porqué llorar. A partir de ahora todo va a ser diferente, te prometo que te protegeré, pase lo que pase, lo prometo.

El moreno colocó las manos sobre el pecho del rubio y lo apartó de él con suavidad. Dolía. Tanta amabilidad era como una dulce tortura. Nunca podría ser feliz, eso lo tenía muy claro desde hacía años, y que tanto Sairon como Shei y sus hermanos le intentaran ayudar para que pudiera serlo era doloroso. ¿Por qué? Él solo quería disfrutar de una vida normal con todos, ser como cualquier joven de su edad y tener una familia a la que querer. Pero ya no podría ser así, no desde que había perdido su verdadero nombre y había pasado a convertirse en Less. El pobre y miserable Less, al que lo único que le queda es su cuerpo sucio y un corazón inservible. Alzó la mano hasta la mejilla de su amigo y la acarició con delicadeza, como si tuviese miedo de que se rompiera con solo tocarla.

-Te agradezco que quieras protegerme, de verdad, pero... Ni siquiera tú puedes salvarme, mi querido Sai-kun, mi héroe...

Acercó su rostro al del rubio, el cual no entendía nada y sin decir ni media palabra juntó sus labios con los suyos en un suave beso. A Sairon no le dio tiempo de reaccionar o de apartarse ya que Less se apartó rápidamente y se dio la vuelta, empezando a caminar en dirección opuesta a la casa. Antes de irse, giró la cabeza para decir sus últimas palabra.

"¿Acaso te dejarías empujar a las profundidades del infierno para salvarme?"

 Se llevó la mano a los labios aún sin entender nada, ¿a dónde iba? ¿Por qué actuaba de esa manera tan extraña? ¿Por qué le había besado? Todo sonaba como si se estuviera despidiendo...




-Esme-san no está, ni Marai-chan... ¿qué debería hacer?

Deletier ladeó la cabeza, hoy todos parecían estar muy ocupados y no tenía a nadie que le acompañase a dar vueltas en la ciudad en busca de sus viejos recuerdos. A lo mejor Dante estaba libre. Marcó su número, esperando a que contestara. Una señal. Dos señales. A la tercera, atendió. Parecía algo molesto, lo notó en su tono de voz, pero eso no quitó que actuara como hacía siempre.

-¡Dante-san! Soy yo, Dele.

-Ya lo noté, baka-usagi. Dime, ¿qué querías? No estarás en apuros otra vez, ¿no?

-En absoluto, solo quería preguntarte si hoy estabas ocupado. Tranquilo, no creo que vuelvan a aparecer tipos raros como la última vez.

-Aún me sigo preguntando qué querría ese tipo...

-En fin, ¿estas ocupado si o no?

-Puede, ¿para qué quieres saberlo?

-Tengo que ir a dar una vuelta a la ciudad para ver si soy capaz de recordar algo nuevo, pero no puedo ir solo por si me meto por si me pierdo. Normalmente me acompañan Esme-san o Marai-chan pero no están ninguna de las dos, asi que pensé que igual Dante-san me podía acompañar... seguro que tú sabes orientarte mejor que yo y si me conoces sabrás algunos lugares donde pueda recordar algo. Además... así podemos pasar un rato juntos como antes, a lo mejor así puedo recordarte...

-Uhm... Ya veré que puedo hacer.

El albino sonrió de oreja a oreja.

-¿Eso es un sí? ¡Qué bien! Te espero donde siempre, ¡hasta luego Dante-san!

-¡Oi, espera! ¡Qué no te he dicho ni si ni no! ¡No te garantizo que v-!

Y colgó. Dio un par de saltitos mientras soltaba un chillido propio de una quinceañera más que de un chico de veinticinco añazos, hecho y derecho. Se guardó el teléfono en el bolsillo y cogió sus llaves, se puso la chaqueta y salió al exterior. Se sentía muy feliz porque su amigo lo acompañaría, pero, ¿tan pequeño detalle debía significar tanto? También podía aprovechar para comprarle algo a Esme, el otro tenía toda la pinta de haber estado con algunas chicas antes o de que sabía algo sobre ellas. Le podía pedir consejo, eso es lo que hacían los amigos ¿no? Y con un poco de suerte igual recordaba algo sobre ellos anterior a aquella noche. ¡Todo eso sonaba tan emocionante! Se sentía como si nunca hubiera pasado nada y todo fuera normal, sin historias tristes de por medio.



-¡Eh, conejuso, no me dejes a medias!-le gritaba el moreno al teléfono como si el peliblanco pudiera escucharle.-Bah, colgó... En fin, habrá que ir.

Guardó el teléfono y se metió las manos en los bolsillos. Por una parte no le apetecía mucho acompañarlo, sentía como si él fuera la segunda opción o algo similar, pero por otra parte no quería dejarlo solo. Soltó un suspiro fastidioso, qué dilema se dijo. En el fondo se alegraba de volver a encontrarse con él, aunque fuera ya tarde. Aún seguía molesto con él por no haberlo recogido, sí, pero podía "perdonárselo" por haber pasado todos estos años sin recuerdos por culpa de quien fuera el que lo atacó. Miró hacia arriba, "parece que va a llover" pensó.

Sin ser capaz de prevenirlo, una extraña presencia se le acercó por detrás y lo rodeó con los brazos en un asfixiante abrazo, colocando un pañuelo blanco húmero sobre su cara. Forcejeó todo lo que pudo pero no tardó en sucumbir a un repentino sueño que lo azotó de golpe. Se desplomó como un peso muerto, como un muñeco sin batería, como algo inerte. Con gran esfuerzo, la extraña silueta lo arrastró lejos de allí, llevándoselo al sitio donde le habían ordenado que lo dejara. El trabajo ya estaba hecho.



Casi iba dando saltos en vez de pasos de lo contento que estaba, tarareaba una canción de la cual no recordaba el título pero que era la única que se sabía, como un recuerdo diminuto que aún resistía dentro de su pequeña cabecita. Se paró en seco cuando llegó a la esquina donde siempre lo esperaba, aquella que daba a un cruce de calles y que quedaba cerca de la librería donde alguna vez había ido a comprar el periódico o alguna revista para las chicas. Se quedó allí quieto, tieso, sin moverse ni un milímetro, como si fuese una estatua en la espera de su amigo. Se dio cuenta de que comenzaba a tardar demasiado, miró su reloj, ya le había esperado casi veinte minutos y él no había llegado. Igual sí era verdad que estaba ocupado, a lo mejor lo había pillado en la otra punta de la ciudad y tenía que ir andando hasta allí, lo cual llevaba bastante tiempo. Siguió esperándole, así hasta que pasaron quince minutos más, luego media hora más, una hora, dos horas, tres horas y media. Empezó a llover pero él se quedó en su sitio como si lo hubieran clavado a la tierra, hacía frío y ya la vista se le empañaba, ni siquiera era capaz de ver el reloj para saber cuánto más seguía esperándole. Aún así, él siguió en su posición. Sacó un pequeño estuche de su bolsillo, antes de ir a aquel lugar se había parado para comprarle algo a Esme, si conseguía volver antes de morir de viejo plantado en esa calle sin duda iba a dárselo y a decirle todo eso que tanto ansiaba confesarle. Quería darle las gracias también, al fin y al cabo ella siempre le dedicó su amabilidad de esa forma tan especial aunque no lo conociera prácticamente de nada, era una buena persona, demasiado buena se dijo.De repente, un hombre chocó contra él e hizo que tirase al suelo el estuchito, haciendo que este se abriera de par en par y su contenido rodase por el suelo. Dos pequeñas rosas, una de cristal transparente y la otra de color rojo, ahora tiradas sobre el oscuro asfalto. Las recogió con prisa y comprobó que estaban bien. Una de ellas se había roto un poco, genial. Las volvió a meter en su sitio y lo guardó todo en su bolsillo, dispuesto a seguir en su ardúa tarea de esperar.

Mientras aguardaba la llegada del pelinegro varios recuerdos vinieron a su cabeza, en uno de ellos él era un niño pequeño y una mujer adulta de larguísimo cabello negro, vestida con un atuendo algo fúnebre a su parecer y piel blanca que resaltaba sobre todo lo anterior, le acariciaba la cabeza con dulzura y le daba un beso en el párpado y otro en la frente. "Volveré" le dijo y se dio la vuelta, dejándolo en manos de una señora que no conocía. Pasaron días y él siguió esperando a que volvieran a por él, recordaba estar mirando desde la ventana de su habitación y que una chica se le acercara para preguntarle qué hacía. Él sólo respondió: "estoy esperando a mamá, dijo que volvería a por mí" y siguió a lo suyo, la otra lo miró con lástima y siguio con su trabajo. Él la esperó años, pero ella no volvió a aparecerse por el lugar. Entonces, lo comprendió. Ella no iba a volver, al igual que Dante. Él nunca iba a ir.

Se dio cuenta de que había anochecido. Clavó su mirada perdida en el cielo sin decir nada, aún llovía, él estaba calado hasta los huesos, empapado, solo, temblando. Oyó unos pasos a su lado, lo miró por el rabillo del ojo sin cambiar su semblante inexpresivo.

-Less-nii-san...-murmuró con voz neutra, casi en un susurro que el viento se llevó.

Su hermano no dijo nada. Sujetaba un paraguas magenta con la mirada clavada en el suelo, a su espalda se encontraba Ume, que también llevaba un paraguas negro en las manos. El rostro del mayor iba adornado con una sonrisa triunfal.

-Vaya vaya... creo que te han dejado tirado, pequeño. Yo diría que tu amigo no vendrá.

-Dante-san vendrá... confío en él.-le cortó tajante Deletier.

-Yo no estaría tan seguro, tu madre también te dijo que vendría a por tí pero... ¿lo hizo?

Deletier no dijo nada al respecto, sus ojos se abrieron como platos en una especie de mueca falsa de sorpresa. No se sentía capaz ni de articular decentemente una expresión.

-Pobre conejito, tan solitario, todo el mundo te abandona. Tu mami, tu querida Mitsuka, tus hermanos y ahora tu mejor y único amigo. -enumeró el mayor de pelo castaño claro con un fingido tono de lástima algo infantil.- Todos merecen ser castigados, ¿no creen? Te han destrozado por dentro, han pisoteado tu corazón de una forma taaaan amarga... Incluso tu amado hermano, Edelier. Él es el que peor se ha portado contigo, te ha pateado, golpeado, roto los dedos y te ha disparado, él fue quien te robó los recuerdos, Deletier.

Los ojos violetas del menor se abrieron todo lo que podían. Se llevó las manos a la cabeza y se agarró del pelo con fuerza, como si en cualquier momento fuera a dar un gran tirón para arrancárselo completamente.

-Mientes... eso es mentira...

-Es la pura verdad. Pobrecillo, debes de sentirte tan mal... Pero chico, yo sé una manera para que dejes de sentirte así.

Levantó la cabeza y agudizó el oído para oirle mejor, al principio le pareció algo tan absurdo que empezó a cuestionarse si aquel hombre aún conservaba sus tornillos pero poco a poco fue pensando que igual no era algo tan disparatado. Ume le avisó que tenía dos días para pensárselo, que vendrían a buscarle cuando estuviera listo. Y se marchó junto a Less. Deletier se quedó pensativo, si aceptaba... ¿qué pasaría? Seguramente nadie se daría cuenta de su ausencia...

Después del asunto, fue directo a casa como un autómata. Se quedó sentado en el pasillo, aovillado y sumido en sus pensamientos. Ni siquiera se secó o se cambio de ropa, poco le importaba ya si enfermaba o no. Nunca recordaría a su antiguo yo, además, seguramente sería alguien fastidioso e insoportable. Sino, sus hermanos no se habrían apartado de él, sus amigos se hubieran dado cuenta del momento que perdió la memoria y nunca habría despertado solo. Nadie tendría que enfadarse porque no le recordaba si su propio hermano no le hubiera disparado, era culpa suya. Que se hubiera quedado solo era todo culpa de Edelier. Que su madre lo abandonara era culpa de Edelier. Su vida se había ido al garete por culpa de Edelier. Estaba claro, si lo veia de nuevo lo primero que iba a ser era pegarle un tiro. Sin duda lo haría. De tanto pensar en el asunto, ni siquiera se percató que Esme había entrado. Al verlo en esa posición, la chica empezó a preocuparse y se acercó a él. Tocó su hombro pero este no reaccionó, se sentó a su lado sin quitar la mano de él.

-¿Qué te ocurre Dele-kun?-le preguntó, realmente sin esperar respuesta alguna.

-Quiero desaparecer, Esme...-le respondió al cabo de unos minutos.

-No digas eso Dele-kun. ¿Por que querrías desaparecer?-estaba realmente preocupada por el chico, podía notársele en la voz.

-Sólo estorbo... nadie quiere a una molestia... incluso ahora te estoy preocupando...

La morena lo miró con tristeza y procedió a rodearle con los brazos, abrazándole contra su pecho como si fuera una madre consolando a su hijo. Él se aferró a ella como si fuera lo único que le quedaba, era la única persona en la que realmente podía confiar. Era cierto, ella siempre estuvo con él. Por eso la quería, porque era la única persona que era sincera con él, siempre lo cuidó y nunca le molestó que hubiera perdido sus recuerdos. Le trataba con cariño y se preocupaba por él, ¿qué más podía pedir? Empezó a sentirse egoísta por pensar de esa manera, igual estaba centrándose demasiado en sí mismo y no pensaba como se sentían los demás. No siempre podría ser el centro del universo, se dijo, algún día tendría que ver por los otros.A Dante le había dolido que él no volviera, a lo mejor le pasó algo y por eso no fue a verle, no sería capaz de dejarlo tirado así como así. Aunque... a lo mejor seguía resentido y lo había hecho para que supiera lo que se sentía... ¡No! Él no era así o eso creía él... ¿cómo podía saberlo? Algo en su interior le decía que eso era imposible, pero por alguna razón no podía quitárselo de la cabeza. Tal vez Ume tenía razón, él debía saber algo...

Estuvo toda la tarde con Esme hasta que esta se quedó dormida sobre su hombro. La dejó sobre el sofá y la cubrió con una manta, le besó la frente, cogió sus llaves y se marchó. Necesitaba saberlo y el único que parecía tener respuestas era aquel hombre. Se llevó una sorpresa al encontrarse a Less delante de la puerta del edificio. Aún llovía, por lo que se refugiaba bajo un paraguas, ¿cuánto llevaría allí esperando?

-¿Qué haces aquí?-le preguntó, confuso.

-Ume me dijo que te buscara...

-Lo he pensado y me parece que aún no me fío de vosotros dos... ¿Por qué debería haceros caso? A lo mejor también me hareís lo mismo...

-¡No lo hagas!-exclamó una voz a lo lejos.

Era Edelier, que venía pisando fuerte, enfurecido. El gemelo mayor abrió los ojos como platos, ¿qué hacía él allí? Se suponía que estaba desaparecido, que había huído después de hacerle tanto daño, no tendría que estar en ese lugar en ese preciso momento. Less frunció el ceño y apretó el agarre al paraguas, rápidamente lo cerró y se colocó detrás de Deletier.

-No te fíes de ellos, no traman nada bueno. Aunque Less sea nuestro hermano es de tan mala calaña como Ume, se ha rebajado a su nivel o peor, a uno todavía más lastimero. ¡Es su perro faldero, su lameculos personal, un maldito cobarde que se acobija bajo sus faldas! Apártate de él ahora mismo.

-No tengo porqué obedecerte, Ede.

Esas palabras tomaron por sorpresa al gemelo menor, que abrió mucho los ojos y su aliento se cortó.

-Tú me robaste mis recuerdos... y te marchaste. No tuviste el suficiente valor para verme la cara después de eso... ¿verdad? No eres el más indicado para hablar de cobardes... De todas formas, no sé si ir o no todavía.

-No puedes hacer nada, hermano.-dijo Less pasando los brazos por el cuello de Deletier para rodearlo en un abrazo y aprovechar que giraba la cabeza para plantarle un beso con lengua. Cuando el menor quiso apartarse, su abrazo no lo dejó.-No está entre tus posibilidades que tú o él podais saliros de esto de rositas, todos estamos hasta el cuello y no puedes evitarlo.

Con un rápido movimiento el moreno se separó de su hermano pequeño y pegó a su cuerpo una pequeña arma de electroshock, provocando que el otro cayera inconsciente al suelo. Edelier iba a acercarse, iba a golpear al otro hasta que quedase irreconocible, ese maldito malnacido iba a saber lo que era bueno pero algo lo detuvo, una presencia a su espalda lo agarró fuertemente y con el mismo métodoq ue utilizó Less lo dejó inconsciente en menos de un segundo. El plan iba sobre ruedas hasta aquel momento, nada podía ser mejor.




Cuando Deletier abrió los ojos se encontraba en un lugar completamente distinto, era una habitación pequeña y algo oscura, algo silenciosa de más y solo tenía una pequeña ventana algo astillada. Se dio cuenta que su hermano estaba a su lado y ambos estaban sentados en un par de sillas, atados fuertemente a ellas. La puerta estaba cerrada, un fino hilo de luz se asomaba por debajo de ella. Se oyeron pasos y una sombra apareció en medio del halo de luz, cuando se abrió la entrada las lámparas lo cegaron por un momento. Si no fuera por la voz, no habría podido deducir que se trataba de su hermano Less.

-¿Disfrutas de la estancia, hermanito?-le preguntó con un poco de burla.

Sus ojos se fueron acostumbrando y poco a poco distinguieron su figura delgada, vestido siempre de esa forma que Ume le obligaba. Lo poco que recordaba de él era igual que lo que estaba viendo, esa ropa tan escotada que a cualquiera persona normal le daría vergüenza llevar. Llevaba una manzana mordida en la mano y en el cuello un collarín rojo, como el de una mascota.

-Ede tenía razón, solo eres su mascota... mejor dicho, eres igual a él.

-¿Qué esperabas? Llevo toda la vida bajo su sombra, siendo pisoteado y humillado, no puedo rebelarme contra él. Aunque no me guste, debo hacerlo, debo convertirme en algo como él, porque yo soy él. -Le dio un mordisco a la fruta y se acercó más a él, se agachó para mirarle de frente.- ¿Acaso sabes lo que se siente al ser tocado por alguien que no amas o por personas que ni conoces, ser mancillado y humillado durante toda tu vida y el no poder realizarte como persona, obligarte a ti mismo a quedarte sin la posibilidad de cumplir tus sueños por culpa de un tirano?

-No lo sé, pero no es mi culpa, es tuya por no saber hacerle frente, solo te dedicas a quejarte de lo que te hacen.

-No eres el más indicado para hablar, conejo egoísta.

Ambos se quedaron callados, esas palabras habían dolido. Less desvió la mirada a un rincón situado detrás de las sillas, estaba completamente serio.

-Esta fue la primera casa donde viví con Ume, cuando era pequeño y yo dormía aquí. Justo donde estás ahora estaba la cama donde pasé a ser "Less". Recuerdo que desde pequeño cada vez que me gritaban me refugiaba en una esquina, a la espera que me dejaran en paz y que aquella noche no me despegué de ese rincón ni un solo momento, esperando que Ume no volviese otra vez. Siempre pensé que tú serías el que me devolvería mi verdadero nombre, pero como todos, también me llamas Less. Nadie se interesa por ver al verdadero yo, solo ven a lo que queda de él, al resto de lo que fue.

Se levantó y se metió las manos en los bolsillos, luego las sacó y se sentó sobre las piernas de su hermano, rodeándole el cuello y apoyando la cabeza sobre su hombro. Entonces empezó a murmurarle por lo bajo, con un tono de voz completamente distinto al que había estado usando hasta ahora, más triste y compasivo.

-Hay cámaras grabando, perdona que haya actuado así. Abre las manos, dejaré caer algo para que puedas liberarte, cuando me vaya aprovecha y vete de aquí con Edelier, yo me haré cargo de Ume.

Le mordió la oreja con suavidad mientras dejaba caer sobre las manos del otro una pequeña navaja. Se apartó de él y sonrió con tristeza para después marcharse, sin duda no conocía del todo a su hermano. Aún seguía siendo un misterio para él.



Ambos hermanos estuvieron dando vueltas por una serie de pasillos, teminedo encontrarse con aquel que los había llevado hasta allí. Después de que el hermano mayor los ayudase a escapar no lo habían vuelto a ver y ahora al gemelo mayor le reconcomía la conciencia, ¿qué le habría pasado? Llegaron a la salida, una enorme puerta de madera maciza les esperaba. Edelier la abrió de un golpe, las bisagras estaban oxidadas y costaba mucho abrirla. Se encontraron con un gran patio de tierra y arena al lado de un río y un montón de árboles que escondían una carretera, la ciudad podía distinguirse sobre las copas. Bajaron las escaleras corriendo y se disponían a seguir el camino de asfalto hasta que una voz los paralizó, era él. Se giraron en redondo para ver como el hombre de cabello castaño claro se les acercaba. Edelier iba a sacar su guadaña pero sus fuerzas no le alcanzaron, ¿qué les había hecho?

-Gracias a vuestro querido hermano he podido desarrollar una droga que inhibe vuestros "poderes", si puede llamarse de alguna forma. Estais atrapados, mis pequeños ratones asustadizos.

-No te creas que te dejaré salirte con la suya.-interrumpió otra voz familiar.

Allá venía subiendo la carretera una figura alta y delgada, de cabellos blancos y una peculiar cola de pantera, iba acompañado de un joven de cabello azul oscuro. En el rostro de los gemelos se dibujó una enorme sonrisa, era Tsukisoice y venía a ayudarlos.

-No dejaré que acabes con ellos igual que hiciste con Chika y mi hermano, Ume. O debería decirte... ¡Through Nightmare!

En los labios del moreno se dibujó una enorme sonrisa gatuna que le puso los pelos de punta a Deletier. Su cabello comenzó a oscurecerse y sus ojos se tornaron ambarinos. Unos hombres aparecieron a su lado y agarraron a los gemelos y al acompañante de Tsukisoice, dejándolos a los otros dos frente a frente.

-¡Soltadme de una vez! ¡Tsuki!-exclamaba el peliazul.

-Tranquilo Lun, no te preocupes por mí. Es mi momento, el momento de vengarlos a todos, estaré bien.

Lunrey se fijó que las uñas del otro se alargaron lo suficiente como para convertirse en garras y la mirada de este había cambiado a una más felina, menos humana. Rápidamente se lanzó a arañarle el cuello a su enemigo que de un manotazo lo apartó, pegándole la cabeza contra el suelo. Through lo agarró por el cuello y alzó la otra mano, por la que salió el filo de una espada, como si dentro de su carne guardase un arma a la espera de ser usada. Casi le atraviesa la cara de no haberlo apartado de una patada en el estómago y otra en el costado. Se levantó del suelo e hizo aparecer un báculo plateado con un extremo acabado en un aro del mismo material del que colgaban cintas blancas, algún aro menor también de plata y diminutas campanitas transparentes mientras que en el otro extremo llevaba incrustado un pequeño fragmento de lo que parecía ser una amatista. Ambos se colocaron en posición de ataque, dispuestos a lanzarse el uno sobre el otro. El albino hizo aparecer unas flechas de cristal que salieron disparadas hacia el moreno, pero este las destruyó nada más estuvieron a cinco centímetros de distancia y se acercó corriendo para asestarle un corte, por suerte pudo pararlo con el báculo a tiempo y lo apartó de un solo empujón. Lo golpeó en la cara con todas sus fuerzas y ayuda del pesado objeto de metal, lanzándolo a varios pasos por delante de él. Through cayó en el suelo de bruces pero no tardó en levantarse de nuevo, relamiéndose para saborear la sangre que brotaba de la comisura de sus labios. Crujió el cuello y volvió acercarse lentamente a él, todos los ataques que le lanzó los fue parando hasta quedarse justo delante del chico-pantera. Le quitó el báculo y lo lanzó a varios metros de distancia, Tsukisoice lo miró con una mezcla de terror y odio, volvió a lanzarse para arañarlo pero lo agarró del cuello nada más saltar.

-Tsuki, Tsuki, Tsuki... podrías haber sido un chico ejemplar, haber sido un alumno estupendo, pero perdiste la cabeza y ya no atendías a razones.

-Maldito, mataste a Chika y a Tsehde, no te lo perdonaré jamás.

-Tenía que hacerlo, si no lo hacía tarde o temprano acabaríais por traicionarnos, como siempre ha pasado.

-No, eso es mentira, tu los matastes para que no se interpusieran en tu plan, ¡lo se perfectamente!-le gritó intentado apartarlo de sí.

-El que se equivoca eres tú. Sabes perfectamente a lo que me refiero, desde hace años que lo sabes. Él y yo estamos destinados a unirnos para ser el nuevo "Dios", somos la misma persona y debemos juntarnos, pero siempre hay alguien que nos lo impide, nos traiciona y ya estoy harto. Llevo siglos y siglos luchando para protegerle y siempre apareceis vosotros dos, con distintos nombres pero siempre lo evitais. En la última reencarnación llegasteis a matar a vuestro propio maestro, ¡eso fue el colmo!

Aumentó la fuerza con la que agarraba el cuello de Tsukisoice, que intentaba apartarlo como podía. De pronto lo estampó contra el suelo y comenzó a patearlo, centrándose más en el estómago.

-Cree a esos malditos Doppelgangers para ver si podía usarlos en lugar de a esos dos críos que tanto proteges pero fueron inútiles, así que los usé para bajar a los genuinos, funcionó, pero Less se negaba a colaborar, por lo que tuve que darle un escarmiento. Para que no volviera a suceder tuve que dormirlo todos estos años pero dio la casualidad que Edelier había desaparecido de la faz de la Tierra hasta ahora.

-¿Y por que me lo cuentas todo? Te crees el típico malo de las pelis que cuenta su plan malévolo de destrucción del universo mientras lucha, ¿eh?-se burló Tsuki entre patada y patada.

Dejó de patearlo y lo miró a los ojos ya bastante harto de ese comportamiento. Se sentó sobre su aprendiz y le cogió el rostro por las mejillas, obligándole a mirarlo fijamente.

-No me toques, desgraciado.

-Realmente tu intromision lo ha jodido todo, ¿no ves que les has amargado la vida a estos pobres niños con esas endemoniadas historias que escribes en ese libro? Tú has creado una trama demasiado rebuscada para jugar a ser Dios, pero solo eres un pobre muchachito encerrado en sus fantasías.-le murmuró con tono áspero y frío, provocándole escalofríos al albino.- ¿Y si en vez de ser Less el loco lo eres tú? ¿Y si todo esto que estas soñando... es solo una fantasía y realmente estás encerrado en un psiquiátrico, imaginandolo todo?

Por la mente de Tsuki se cruzaron varias imágenes difusas, una marea de recuerdos falsos y confusos. Una habitación blanca, dolor de cabeza, sabor metálico, olor a muerte y locura, presión, un cuerpo incapaz de moverse. Era como vivir una pesadilla, o mejor dicho, haberla vivido en algún momento de su vida. Se vio a sí mismo siendo atado a una cama, siendo tratado como un loco en un psiquiátrico, tragando y regurgitando pastillas de todos los colores habidos y por haber. Incluso vio a su hermano y a su maestro como enfermeros que cargaban jeringuillas y tranquilizantes, vio a Edelier y a Deletier preparándolo para una lobotomía. Todo era demasiado real, quería gritar que todo aquello terminase, queria apartarlo de su mente, que finalizase, exclamar... ¡Basta!

-¡Detente! Ya es suficiente... ¡ya es suficiente!

Volvió al mundo real, los ojos anaranjados seguían clavados en su pupila marcando con fuego todo el dolor que había tenido que sufrir todo ese tiempo.

-Oh pero que tenemos aquí...-dijo de pronto Through, bajando la vista al pecho del otro.

Metio la mano dentro del abrigo, palpándole el pecho en busca de algo que no tardó en encontrar. Era ese libro que siempre llevaba pegado al corazón, lo único que le quedaba de su pasado intacto, el Index de su madre. El mayor se levantó con el objeto entre las manos, Tsuki intentó detenerlo pero no cambió el resultado. Empezó a arrancar hojas, a romperas y a pisotearlas. Sus recuerdos, sus sentimientos, sus cosas más preciadas, todo estaba desapareciendo ante sus ojos. Todo lo que una vez amó se estaba haciendo añicos.Ni siquiera oyó a Lunrey gritar su nombre o vio al otro acercarse con el filo de la espada amenazando con atravesarle, no sintió el dolor del metal clavándose en su carne, ya nada le importaba. En apenas unos segundos ya se encontraba tirado en el suelo sangrando, si pudo emitir un grito cuando le introdujo la mano en el estómago fue un milagro. El castaño se apartó de él al cabo de un rato de andar rebuscando entre sus órganos para encontrar finalmente la esfera que hace años se tragó y se había fusionado con él. El peliazul consiguió liberarse del agarre de los secuaces del otro para acercarse hasta Tsuki, intentando no mirar la herida de su estómago.

-¡Tsuki! ¡Por favor Tsuki, di algo! Dios mío, es mucha sangre... ¡Tsuki!

Notó como el peso del chico iba disminuyendo entre sus manos, su piel, su cabello, su ropa... todo estaba desapareciendo, convirtiéndose en tierra. Intentó zarandearle para que reaccionara en el último momento, para que se regenerase como siempre solía hacer o usara su magia para curarse, pero no hizo nada. Debilmente alzó una de sus manos y la acercó a la mejilla de Lunrey para que le mirase a la cara.

-No mires... ahí... no quiero... que tengas... este recuerdo mío... cómo el último...

-No va a ser el último, ¡me prometiste que te quedarías conmigo! Me lo prometiste... así que no te vayas... aún nos quedan muchos recuerdos juntos...

-Lo siento... no he podido cumplir mi promesa...¿Sabes? Cuando estaba contigo... a veces sentía... que podía olvidarme de nii-san... tu eres... alguien muy importante para mí... y aunque yo no este... quiero que sigas vivo... porque yo... te amo... y tu eres... mi alma... donde tú estes... yo iré contigo...

Acercó con sus últimas fuerzas el rostro al de Lunrey y le dio un beso en la boca, un beso que duró segundos pero que perduró mucho tiempo en los labios del peliazul. El cuerpo del chico pantera cayó inerte pero él se esforzó por mantener la mano del albino en su mejilla, agarrándola con fuerza antes de que se deshiciera en polvo. Lo único que quedó a salvo fue el collar que había guardado desde niño, que ahora llevaba una piedra de cuarzo y una amatista, lo agarró y lo apretó contra su pecho mientras trataba de impedir que las lágrimas brotaran por sus ojos. Se giró lleno de rabia, dispuesto a lanzarse contra Through pero este le tocó la frente antes de que pudiera reaccionar, haciendo que cayera inconsciente al suelo. Deletier observó la escena horrorizado, todo estaba perdido para ellos.


When you call me
ring the bell that calls the angels
our souls will meet
in the place where the demons come.
We'll meet again
in your sleep without end.


viernes, 11 de noviembre de 2011

Shirotenshi: Forgotten memories without you~Cap. 5

Five stigmas ~ five ways of perceiving reality
Nunca supe lo que era tener una madre y un padre de verdad, mi hermano siempre fue todo para mí. 
Mi padre nunca nos quiso, o si en algún momento lo hizo, ese sentimiento se desvaneció cuando la locura azotó su cabeza. Mi madre murió en el parto, quizas porque la medicina de aquellos tiempos no era muy buena o su cuerpo era demasiado débil para traer al mundo a gemelos. Fuera lo que fuere, ella murió y eso fue el desencadenante de todo. En el pueblo corrían rumores, "¿por que los hijos de ese hombre poseían rasgos de animales?". No tardaron en llamarnos los "hijos del demonio".  Nuestro padre ya estaba tan harto, pero tan harto estaba que rápidamente encontró una solución. Escuchó por el pueblo sobre un método que podría servir para que sus hijos fueran como cualquier niño normal, lo intentó, sí, pero algo salió mal.
Ese día, mi padre se asemejaba más a un demonio de verdad que nosotros dos juntos. Yo me aferraba a mi hermano mientras tapaba con la mano mi ojo derecho, ahora hueco, e intentaba soportar el horrible dolor punzante que sentía, él sólo lo miraba con furia, soportando el mismo dolor que yo. Sentía que iba a morir de un momento a otro, si no lo hacía la pérdida de sangre sería para no tener que aguantar más esa tortura. Tenía que haber una manera, alguna forma de escapar, ¿pero cuál? Él se iba acercando a nosotros, parecía muy enfadado por haber fallado, era aterrador. 

Lo último que recuerdo de aquel momento es ver a mi hermano cogiendo algo del suelo y corriendo hasta mi padre para clavárselo en el estómago.

Me había desmayado, había perdido demasiada sangre y eso me había afectado. Cuando desperté, mi hermano me cargaba como podía. Estábamos lejos de casa, en mitad de un bosque, hacía frío y se estaba poniendo de noche. Ya no podríamos volver al pueblo, si descubrían que él lo había matado quién sabe lo que nos harían. 

-Nii-san, no tienes porque llevarme cargado, ya estoy bien...

-No te preocupes, no es ningún problema para mí...

-Pero estás herido, pronto estarás cansado y podría pasarte algo malo.

No hubo manera de pararle, él siguió cargándome a cuestas un buen tramo del viaje hasta que le convencí de que ya era capaz de andar por mí mismo. Parábamos de vez en cuando para curar nuestras heridas con vendajes improvisados de jirones de la ropa que llevábamos y para beber agua. Muchas veces los dolores eran insoportables y nos veíamos obligados a reposar durante un tiempo antes de continuar con nuestra huída. Nuestro cabello comenzó a clarear hasta volverse blanco, tan blanco como la cal, todo a causa del estrés que habíamos sufrido por culpa de aquel incidente. Y también fue por su culpa el que nuestra vida estuviera en peligro en esos momentos, cuando estábamos vulnerables a cualquier infección y débiles para defendernos. Decidimos refugiarnos debajo de unas enormes rocas que servían perfectamente para ocultarse, pasamos varios días allí, guardándonos como podíamos del frío y de la lluvia, recogiendo los víveres que podíamos para mantenernos el mayor tiempo posible, teniendo un lugar donde poder pasar la noche y descansar. 


Justamente fue allí donde le conocimos.


Era un hombre bastante alto, iba cubierto hasta los pies con una túnica marrón muy oscuro, casi negro, y llevaba puesta la capucha ya que hacía bastante frío. Aún así, podía distinguirse los rasgos de su cara perfectamente: ojos serios y alargados, sin llegar a ser rasgados como los de un oriental, del color del ámbar, labios perfectamente definidos y con un tono pálido, su narizo no era muy grande ni muy pequeña y sus cabellos se arremolinaban por debajo de la tela, llegando a colocarse algunos mechones rebeldes de color castaño oscuro por encima de sus ojos y en las mejillas. Me le quedé mirando, había algo en él que no me inspiraba confianza.


-Oh, gatos.-fue lo único que dijo antes de agacharse para estar a nuestra altura.


-No somos gatos, en todo caso panteras.-le contestó mi hermano con recelo, él tampoco se fiaba.


-¿Os habeis perdido o también estais huyendo?


Intercambiamos mirando, ¿cómo lo había sabido? Igual lo había dicho por decir, como hacía mucha gente, pero de no ser así, ¿qué le habría hecho llegar a la idea de que estábamos huyendo? Decidimos no responderle, aquel tipo era demasiado sospechoso. Del interior de su túnica sacó una pequeña bolsa de tela, era de color verde oscuro, como el musgo, y estaba atada por arriba con una cuerda del mismo color que el pelo del otro. De su interior sacó dos trozos de pan y nos dio una cada uno, lo miramos con algo de desconfianza pero no tardamos ni dos segundos en hincarle el diente, estaba delicioso.El desconocido sonrió complacido.


-Me llamo Through, Through Nightmare. 


Ese nombre se me quedó grabado eternamente en la memoria, aún hoy en día sigo recordándolo cada día, maldiciéndolo una y otra vez cada vez que regresa a mis pensamientos, haciendo que lo odie y el solo pronunciarlo me de arcadas. Aún así, por aquella época solo era un pequeño niño que ansiaba con toda su alma a alguien que le protegiera de todos los peligros a los que estaba expuesto. El extraño Through vino casi todos los días, trayéndonos comida y ropa limpia, incluso nos ayudaba con los vendajes de los ojos. Llegamos a contarle lo sucedido con nuestro padre, que nos había arrancado esa parte del cuerpo para un extraño ritual que le habían contado para "expulsar" a los demonios. Y él, de alguna manera, consiguió ayudarnos.Al parecer él era una especie de mago, podía leer mentes e introducir la suya propia en otro cuerpo distinto al suyo, también podía curar y hacer otras cosas más. Con tan solo pasar su mano por encima del párpado, consiguió que "por arte de magia" el ojo que faltaba volviera a estar en su sitio, aunque siguiera sin poder ver a través de él.


-Esto es un préstamo, chicos.-nos explicó, con semblante serio.-No es vuestro ojo auténtico, ni propio. Compartís un ojo falso, con él podeis saber dónde está el otro en cualquier momento, aunque la forma de saberlo dependerá de vosotros.


Al principio no lo entendía, pero luego comprobé que era capaz de saber dónde estaba mi hermano con solo cerrar los ojos y pensar en él. En el fondo era algo muy útil, aunque se sentía como si hubiésemos intercambiado nuestros ojos ya que habían quedado de dos colores: violeta y turquesa. Pero eso no importaba en el fondo. Ahora ya no tendríamos que sufrir con la agonía de la herida que nos causó aquel monstruo que teníamos por padre. Teníamos que centrarnos más en empezar con una nueva vida y dejarlo todo atrás de una vez por todas, incluso nuestros antiguos nombres. Through también nos ayudó con eso, otorgándonos unos nuevos con los que podríamos empezar desde cero, ahora éramos Tsukisoice y Tsehde Andrews Gray. 


No tardó mucho en enseñarnos parte de esa magia que tanto nos llamaba la atención en él, además de otras muchas cosas básicas como leer y escribir. Gracias a eso pude comprender una de las pocas cosas que quedaban de mi madre, un libro cuyo título era "Index Librorum Prohibitorum". Cada día aprendíamos algo nuevo, aunque fuera algo tan insignificante como a lo que se debían las gotas del rocío o porqué por la noche hacía más frío que por el día. Tanto Tsehde como yo estábamos asombrados con todos estos datos, era algo nuevo y nos acercaba cada vez más a un mundo más hermoso y complejo que en el que habíamos vivido hasta ahora. A pesar de que ya no había necesidad, yo seguía pegándome a mi hermano como una lapa, aún tenía la necesidad de sentirme protegido y la única persona que me daba tal confianza era él. Cuando le tenía cerca, el mundo a mi alrededor dejaba de ser aterrador y podía ver los colores más claros, el aire más puro y a la gente más inofensiva, pudiendo analizarla para tratar de adivinar como eran. Siempre que tenía miedo, él me abrazaba sin dejar de repetirme que todo iría bien y que estaría protegiéndome. Se podría decir que todo este trato fue el detonante de un sentimiento que años más tarde me costaría mucho. Llegué a sentir algo diferente a todo lo que había sentido hasta ahora, no era algo tan leve como el cariño que se tiene por un hermano o un amigo, no. Esto iba más allá. Quería quedarme durmiendo en sus brazos, sentirle cerca de mi cuerpo, ser el dueño de ese calor tan propio de él, quería algo más de lo que un hermano podía dar. Sí, le amaba. Era un amor enfermizo, extraño y, en el fondo, terrorífico. Tenía pánico de que llegara a enterarse por temor a perderle para siempre, ¿cómo reaccionaría si se enterase de que me había enamorado de un chico que resulta ser él, mi propio hermano gemelo? Era una pregunta de la que no estaba seguro de querer saber la respuesta. Fuera lo que fuere, lo dejé pasar, aprovechando todo lo que podía las ocasiones donde lo podía tener cerca de mí. Así pasaron dos años.


Dos años que pasaron volando, hasta que le conocimos a él.


Era un día de lluvia, Through había ido hasta la ciudad más cercana a comprar provisiones para los tres y no volvería hasta la tarde, por lo que pasamos toda la mañana solos. La lluvia comenzó a volverse más fuerte, haciendo casi imposible que saliesemos de nuestro "refugio" para buscar algo que hacer. Él apareció de repente, observándonos con esos ojos turquesas llenos de curiosidad, arqueando las finas cejas y ladeando un poco la cabeza. Tenia el cabello de color azul, era largo y liso, como el de las mujeres, y lo llevaba atado en una coleta sobre el hombro. Vestía ropas tradicionales japonesas y cargaba con él un paraguas con el que protegerse de la lluvia. Intentó entablar comunicación con nosotros, pero ya era costumbre no hablar con los desconocidos sospechosos. Notamos como Through nos llamaba desde lejos, sin importar la lluvia o el frío corrimos a su encuentro, envolviéndolo en un caluroso abrazo de bienvenida que pareció congelarse cuando Through y el desconocido se miraron.


-No esperaba volver a verte, Chika.-dijo de pronto el moreno, el peliazul frunció el ceño.


-Creí que habías muerto hace años... se ve que hierba mala nunca muere.


Clavó su mirada en mi hermano y en mí, nos escondimos detrás de las piernas del mayor en cuanto sentimos sus ojos clavados en nuestras frentes.


-Te presento a Tsehde y a Tsukisoice, mis pequeños aprendices. Chicos, no seais maleducados y saludad.

-¿Quién es este señor tan extraño, Through?-pregunté escondiéndome todavía más, no me fíaba aún.

 -Soy un viejo amigo de vuestro maestro.-respondió por él aquel extraño.-Chicos, ¿os importaría dejarnos a Through-san y a mi solos?


Un poco a regañadientes nos alejamos de ellos, aunque no le hicimos del todo caso, nos quedamos lo suficientemente cerca como para oírles y verles a la perfección. Ví como el de pelo azul se acercaba hasta nuestro maestro y lo agarraba de la ropa para zarandearle, él sólo reía ante esto sin importarle que pudieran darle un golpe de un momento a otro o que lo tirasen al suelo de forma brusca.


-¿¡Por que lo hiciste!? ¡Yo confiaba en tí, Through! ¡Eras mi mejor amigo!


El semblante del moreno se volvió serio de pronto.


-No puedo decírtelo, sería un gran error. Deberías agradecerme el que aún sigas con vida, si ligué tu alma a ese pergamino no fue cosa de coincidencia.


-Aún así... me traicionaste... ¿Sabes cuanto me dolió que hicieras eso?


-Lo sé, pero era algo que debía hacer, algún día sabrás el porqué pero aún es muy pronto.


-¡Es demasiado tarde, Through! Han pasado muchísimos años, ¡siglos! Ya es hora de que me lo vayas contando todo... 


Soltó el agarre con el que mantenía a Through en tensión y lo miró a los ojos, se le veía realmente triste. Recuerdo que me pregunté el qué había hecho el maestro para que ese hombre se sintiera traicionado, hasta muchos años después no sabría lo que acarrearía dar con la respuesta a esa pregunta.


-Chika, ahora he cambiado, puedes creerme cuando digo que eso no volverá a pasar, he cambiado.-le cogió las manos al peliazul y las acercó a su cuello.-He vuelto a ser el que era, si no te sientes capaz de confiar en mí de nuevo eres libre de acabar con mi vida igual que yo acabé con la tuya.

Bajó las manos del cuello del castaño al pecho con un ligero movimiento, rozando la piel que quedaba expuesta con tal delicadeza que incluso desde lejos daba la sensación de querer acariciarlo como si fuera algo frágil y que con un solo toque rudo era capaz de romperse en mil pedazos.Lentamente se acercó más a él y apoyo el rostro sobre su pecho, siempre supuse que le habría murmurado algo como "te perdono" o "más te vale que sea cierto", nunca supe si realmente lo dijo o con el solo hecho de pegarse a su cuerpo el otro había dado por hecho que le habían disculpado. 

Los años siguieron pasando, ahora teníamos doce y llevabamos desde aquel reencuentro viajando con Chika en el grupo. No vivíamos en ninguna parte, nos dedicábamos a viajar de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo como si fuéramos nómadas sin un hogar al que regresar. Le cogimos más cariño al peliazul, casi tanto hasta considerarlo como un padre más. Él nos enseñaba mucho, como también hacía Through, pero de forma muy especial. Le gustaba mucho contarnos historias, usaba muchas de ellas para explicarnos cosas de la vida que nunca habían sido tan bellas a nuestros ojos, nos mostró como atesorar cada recuerdo por muy pequeño que fuese en nuestro pecho y como mantenerlo ahí toda la vida. Su trato, más maternal y apegado que el de Through, fue lo que más nos unió a él. Cuando estabas triste te abrazaba contra su pecho y te mecía suavemente hasta que te calmaras, por las noches si no podías dormir él se quedaba despierto, hablándote y contándote anécdotas hasta que poco a poco te dormías; si enfermabas te cogía de la mano hasta que mejorases y cuidaba de tí todos los días. Era una buena persona y un gran hombre, de eso no hay lugar a dudas, y nosotros no fuimos los únicos en verlo. Siempre pensamos que él y Through acabarían juntos, lo suyo se asimilaba a algo especial. Se les notaba al hablar entre ellos con una cercanía peculiar, cuando se miraban de esa forma que solo ellos entendían o cuando uno era capaz de saber si el otro estaba preocupado o molesto sin tener que decirse nada el uno al otro. El suyo era un lenguaje por encima al que Tsehde y yo jamás podríamos llegar. 


Hasta ahí todo iba bien, pero fue en esta época cuando empezó el declive.


Un día, cuando pasábamos por un pequeño pueblo, Chika y Through decidieron dejarnos la tarde para que paseáramos a nuestras anchas mientras ellos buscaban provisiones para seguir viajando. Me agarré del brazo de Tsehde y estuve un buen tramo sin soltarle, tenerle tan cerca me hacía sentir protegido y por eso a él no le importaba. Vimos a un montón de gente reunida alrededor de algo, una alegre melodía de flauta danzaba por el aire alegrando el canto de los pájaros y animando a algunos incluso a bailar. Nos acercamos más, colándonos entre hombres robustos y mujeres con sus hijos que querían ver mejor aquel bello espectáculo. En cierto sentido me esperaba algo más impresionante y puede que me decepcionara un poco el ver a una sola chica danzando mientras tocaba una flauta. He de decir que la melodía era bonita, pero tampoco era para tanto espectáculo. Ella era menuda, de cuerpo aparentemente frágil, su cabello era liso y casi tan blanco como los nuestros, podría decirse que más blanco, mucho más blanco que la nieve. Era un blanco puro. Sus ojos eran de color del cielo al anochecer, un azul oscuro cristalino, perfecto podrían decir algunos. Largas pestañas, nariz diminuta, labios sonrosados y curvilíneos, rostro ovalado, piel pálida y sonrojada en las mejillas, dedos pequeñitos y finos, pies pequeñitos. Para alguien como yo, no llamaba mucho la atención, pero me fijé que la de mi hermano la había captado por completo. Vi cómo la miraba embelesado, hipnotizado. Un fuerte pinchazo me atravesó la espina dorsal, el corazón y el pecho de un solo golpe. Se había enamorado de ella a primera vista. De pronto, paró de tocar aquel instrumento y se quedó de pie en mitad de todo su públicó, tomó aliento y empezó a cantar.


Aunque caigan las hojas,
y los nidos vacíos queden,
aunque el sol duerma antes
y los cantos esperen.
Si la luna llora al mediodía
y el frío a la intemperie te deje,
no dudes en llamarme.

Cantaré para tí,
hasta el fin de mis días,
hasta que mi voz se acabe,
hasta el momento
en el que Dios te ampare,
hasta que tú y yo,
cara a cara,
podamos juntar nuestras manos 
y decir:
te encontré.

Porque todos los caminos
llevan a tí.
Siempre nos unirá
el recuerdo
de la primera vez que te ví.
Cantaré para tí,
para que estas palabras
te acompañen
vayas donde vayas.


Cuando terminó la canción se desató un bolsito de tela del bolsillo y lo abrió para que la gente echara moneditas a su interior. Noté como Tsehde se soltaba de mi agarre y corría hacia ella mientras la muchedumbre se disipaba para seguir con sus vidas. Por un momento, me quedé solo. Empecé a sentirme desprotegido, como si fuera un blanco vulnerable. Una sensación asfixiante, desquiciante, empezó a azotarme desde dentro. Corrí hacia donde se había ido mi hermano en busca de esas manos que desde siempre me habían cuidado de los daños del mundo exterior y me lo encontré hablando con esa ladrona de atención. Ella reía antes las palabras de él, incluso había conseguido que se sonrojara sólo con ese ruído que salía de su garganta a modo de melodía. Una oleada de pensamientos horribles se me pasaron por la cabeza, sentimientos que jamás había probado e incluso ideas que me asustaron a mí mismo.Intenté acercarme a Tsehde y cogerle del brazo como solía hacer pero este me apartó con un poco de brusquedad, algo que realmente me descolocó.

-Ahora no Tsuki, después te puedes pegar a mi como una lapa pero ahora no.

Me quedé allí de pie, con los ojos muy abiertos de la sorpresa. Me había apartado, mi propio hermano me había apartado de su lado. Cuál fue mi sorpresa mayor al descubrir que no sólo él pretendía llevársela con nosotros de viaje sino que además Chika y Through aceptaron la idea. El mundo acababa de enloquecer para mí, o tal vez era yo el loco.Estuve varios días sin dirigirle la palabra a Tsehde, me dediqué a guardar silencio absoluto ante él, estuve semanas y él no me dijo nada, no sé aún ahora a ciencia cierta si es que le daba igual o quizás no lo notó, pero tardó en reaccionar ante mi repentina mudez. Me preocupaba cada vez más y más, también empecé a molestarme mucho, pero eso nadie lo notó.

Poco después pasamos por otro pueblo, nuestros maestros iban a visitar a un viejo conocido suyo cuando nos presentaron a otra chica más, al principio pensé que sería una ladrona como la otra -también conocida como Shayna, aunque para mí seguía siendo la arpía- pero poco a poco me di cuenta de que tenía algo diferente. De cabello largo y castaño, sus ojos eran marrón oscuro y vestía como una pequeña muñeca de porcelana. Su nombre era Neoryn, la llamaban la bruja de la fatalidad porque se creía que podía hablar con seres del otro mundo, capaces de contarle los porvenires de la vida y los malos presagios de quienes acudían a su consulta. No tendría menos de dos años más que yo y sin embargo ya poseía toda una reputación, buena o mala pero la tenía. Cuando la vimos por primera vez estaba encerrada en una habitación, no la dejaban salir para nada, ni siquiera para tomar aire. Tsehde se acercó a ella y comenzó a hablarle, yo me mantuve un poco al margen hasta que se acercó a mí y me agarró de la cola de pantera que siempre cargaba por fuera de la ropa -a diferencia de mi hermano, que la ocultaba siempre que podía- con la excusa de que le llamaba la atención.

-¡Es muy suave!

-¡De-deja mi cola! Es sensible...-le reproché mientras me apartaba un poco.

-Qué pena, es divertido acariciarla. ¡Es como la de un gatito!

Noté como la sangre fluía por mis mejillas, en esa época solía ser algo tímido. Tsehde se acercó a mí y pasó un brazo por los hombros, pegándome a él. Si mis mejillas ya estaban rojas por lo de antes, con aquello debía parecer un tomate. Él empezó a contarle que desde siempre habíamos sido como híbridos entre humano y pantera y que algunos nos llamaban "demonios", la verdad, es que yo no me sentía capaz de pillarle el hilo a la conversación teniéndole a él tan cerca de mí. Con su mera presencia me quitaba el aliento, era el único que podía conseguir que me abstrajera de mis pensamientos y que me perdiera en un cúmulo de sentimientos y sensaciones que no llegaba a comprender del todo. Tanto me perdí que no llegué a oír cómo decidieron por ellos mismos que Neoryn también se acoplaba al grupo. "Genial, ¿chicos, es que nunca vais a contar con mi opinión?" pensé con cierto fastidio cuando retomamos el viaje con un grupo de inquilinas de más.

Hasta ahí todo bien, pero pronto la cosa comenzó a ir a peor.

Through empezó a comportarse de forma cada vez más extraña, Chika cada día estaba más asustado por lo que pudiese significar aquel comportamiento anómalo. Estuvo días hablando con él sin otro resultado que la indiferencia por parte del moreno. Y finalmente, ocurrió. Eso que tanto se temía acabó pasando. Ya desde la mañana algo no marchaba bien, se mantuvo muy frío con nosotros y parecía incómodo.Chika-sensei tuvo que acercarse al pueblo cercano a buscar un par de medicamentos, Neoryn llevaba días con una tos bastante fea y era urgente darle un remedio antes de que pudiera ir a peor. Nos quedamos con Through en completo silencio, un silencio muy molesto.A partir de aquí es muy difícil describir lo que sucedió, lo único que recuerdo es la sangre y el dolor recorriendo mi cuerpo a medida que cada miembro era extirpado con rudeza, los gritos de mi hermano al ver cómo aquel ser iba matándonos a cada uno de nosotros y la oscuridad que nos llevaba a nuestra muerte inminente.

Lo normal aquí hubiera sido que estuviésemos muertos, pero de ser así jamás habría escrito estas líneas. Desperté en una habitación desconocida para mí, lo primero que pensé es si había llegado al cielo o algo similar. Me senté sobre la cama donde me hayaba, notando un fuerte dolor por todo mi cuerpo. Me palpé completamente, comprobando que todo estaba en su sitio y que seguía con vida. A mi lado había una enorme ventana circular con unas líneas formando cuadrados a los lados, me recordó en cierto sentido a un estilo oriental. El resto de la habitación también era por el estilo, había un gran biombo en una esquina y una pequeña mesa a mi lado con algo de ropa, un vaso de agua y un jarrón color jade con algunas flores. La puerta era corrediza y tenía un dibujo hecho a tinta de unas montañas y unos bambúes, las paredes eran de color blanco y el suelo de madera, podía oirse como brotaba agua de una fuente a lo lejos, haciendo que me asomase y me encontrarse con un gran jardín lleno de plantas de toda clase y caminos de tierra que llevaban hasta un puente de estilo chinés y de allí a una pequeña aldea con el mismo estilo. ¿Cómo había ido yo a parar a China?

Me vestí todo lo rápido que pude y salí de allí atravesando un largo pasillo hasta dar con un pequeño salón que seguía una estética similar a la habitación donde me encontraba, solo que en su centro se encontraba una mesa baja de madera oscura rodeada de cojines sobre los cuales dos personas estaban sentadas: el maestro Chika y otro hombre al que no fui capaz de reconocer. Tenía el cabello de color morado y llevaba un ojo cubierto por vendas, el otro era un claro color verde. Vestía una larga camisa negra con mangas muy largas y anchas, de color negro con un gran tigre blanco y plantas bordados en ella, a la altura de la cintura llevaba una cinta de color negra bastante ancha, similar a un obi japonés, y unos pantalones blancos hasta un poco más arriba de los tobillos. Me sorprendí cuando nada más abrir la puerta sensei se lanzó a abrazarme, refunfuñé un poco pero no me aparté, se notaba mucho que había estado muy preocupado por mí. Me hizo sentarme en la mesa con él y el otro, al cual me presentó con el nombre de Takuya. Me explicó que Through nos había matado a todos y cada uno de nosotros y que había desaparecido sin dejar rastro y que, gracias a Takuya y a sus ayudantes los Abismos del Shangri-la habían conseguido traernos de vuelta. Mientras hablaba, Chika parecía bastante triste. Sabía ya que se sentía culpable por lo que había pasado años atrás entre él y Through, el que hubiese ocurrido esto era muy probable que le sentara todavía peor. Entonces, me acordé... ¿Y mi hermano? ¿Qué había pasado con Shayna y Neoryn? Shayna no me importaba en absoluto, pero Tsehde y Neoryn sí. Esta vez fue Takuya el que me respondió, diciéndome que Tsehde y la estúpida ladrona seguían con vida y estaban en el jardín pero que, sin embargo, Neoryn había desaparecido junto a Through.

No lo podía creer, Neoryn, la que había llegado a considerar como a una amiga, ¿nos había traicionado? Me esforcé en pensar que no, pero las pruebas solo lo demostraban aún más.

Con esta incertidumbre pasamos varios años en casa de Takuya, en la búsqueda y captura de alguna pista sobre Through. No se estaba mal en la residencia, la cual abarcaba toda la aldea ya que ambas estaban en una especie de "dimensión paralela" que él mismo había creado a su antojo para convivir tranquilo con sus sirvientes. Tendría alrededor de veinte años cuando me enteré de que mi hermano y la idiota pensaban ser una pareja más formal, cada vez que los veía se me revolvían las entrañas. Fue en esta época cuando volvimos a tener pistas del paradedor de nuestro ejecutor, pero a mí eso ya no me interesaba, yo sólo pensaba en aplastar el cuello de esa maldita rata que me había quitado lo único preciado que tenía. Y fue esto lo que desmoronó todo a mi alrededor.

-¡Tsuki-chan!-me llamó con esa maldita voz dulce que había engatusado a Tsehde.-¿Dónde se habrá metido? ¡Hemos encontrado pistas sobre Through!

Sabía que todos estábamos estresados por la situación de aquel momento, lo sabía perfectamente. Pero eso no quitaba que ya estuviera harto de ella. Justo pasó por debajo del árbol en donde me encontraba sentado, me levanté sonriendo en principio de forma amigable mientras hacía aparecer un pequeño cuchillo, ella se sorprendió un poco, pero nunca tanto como el instante en que lo dejé caer a pocos milímetros de su rostro. El grito pudo oírse desde todos los rincones de la residencia, era de esperar que todos acudiesen a ver lo que ocurría. El primero en venir fue mi hermano, asustado al oír ese alarido escalofriante y al verla a ella tapándose la cara con las manos mientras brotaba algo de sangre. Sólo la había rozado, en mi opinión era una pena, pero eso a él lo enfadó mucho. Aproveché el caos y la confusión para bajar del árbol y escabullirme pero eso no evitó que mi hermano me viese de refilón y se pusiera a perseguirme. Empezé a correr por todo el jardín, tratando de ponerle todos los obstáculos posibles e incluso me introduje dentro de la casa, eso no quitó que en el último momento se lanzara sobre mí y me atrapase. Me agarró por la camisa y empezó a zarandearme de forma bruta, muy enfadado. Podía ver la ira en sus pupilas, las cuales eran tan afiladas como agujas queriéndome atravesar de lado a lado.

-¿¡Por qué demonios lo hiciste!? ¿¡Estás loco o qué es lo que te pasa!?

-Y-yo sólo... sólo quería... tener otra vez a onii-san.

-No entiendo nada de lo que estás diciendo, ¿¡tan egoísta eres que sólo te importa lo que quieras tú!?-me gritó esta vez mucho más alto y agarrándome por los brazos tan fuerte que incluso dolía.- ¡Casi matas a la persona que amo! ¿Por qué? ¡Porque estás celoso! ¿¡Qué rayos te pasa por la cabeza, Tsuki!?

-N-no me grites... me haces daño, Tsehde...-alzé las manos todo lo que pude hasta llegar a su trostro, acariciándolo como podía.-¿Por qué no nos marchamos... lejos... solos tú y yo... como solía ser antes... y nos olvidamos de todo... de Through... de los problemas que todos nos han causado? Piénsalo, todo volvería a ser como en un principio... sería... perfecto...

Llevó su mano con tal brutalidad a mi frente que me tiró en el suelo con un ruido sordo y acto seguido se levantó para ponerme un pie en el cuello y pisar allí con fuerza.

-Ya estoy harto, ¿cómo se te ocurre siquiera pensar en abandonar a Chika-sensei y a Shayna, dejarles el muerto a ellos y pretender que nada ha pasado? ¡Si ni siquiera eres capaz de protegerte a tí mismo! Maldita sea, eres más egoísta de lo que pensaba.-su tono de voz iba volviéndose más y más sombrío a cada palabra.- Estoy harto de que actúes pensando en tí, aunque eso suponga destruir lo más preciado para mí. Eso es... odioso. Encima pretendes acapararte de mí de esa forma tan... enfermiza, es repugnante. No vuelvas a acercarte a mí.

Apartó el pie de mi cuello y se marchó, dejando a su hermano en el suelo, tosiendo, aovillado mientras se llevaba las manos al cuello con los ojos muy abiertos y un fuerte dolor en el pecho. ¿Por qué había pasado eso? Yo sólo quería que todo volviera a ser como antes... Después de aquel incidente pasé días sin comer ni beber, encerrado en aquella habitación que me asignaron, maldiciendo una y otra vez a aquella maldita intrusa que me había robado a mi hermano y lo había vuelto contra mí. ¿Por qué tenía que aparecer? Él me pertenecía, era mío, siempre lo fue... ¿por qué ahora ella se había convertido en su dueña, despojándome de lo único que había amado? Sin darme cuenta había empezado a hacer muescas en el suelo al clavar el cuchillo con el que había intentado matarla, todos los días hacía lo mismo, clavarlo una y otra vez como me hubiera gustado hacerlo hace tiempo en su pecho. Es cierto, si ella desaparecía, Tsehde quedaría destrozado. Y yo sería el único capaz de ayudarle y protegerlo del dolor. Volvería a quererme, regresaría conmigo, me amaría y volveríamos a ser felices. Nada habría pasado porque ella ya no está y todos contentos. Ya no me sentiría tan solo... ¡tendría a mi hermano y a Chika-sensei para mí solo! Sería pan comido resolver el asunto de Through y volver a ser así una familia como en un momento lo fue. Un mundo perfecto sin duda... sí, lo era, era mi mundo perfecto. ¡Un mundo bello y perfecto!

¿Pero por qué se sentía tan solo?

Entre mis continuos delirios de un mundo ideal Tsehde entró en la habitación y se acercó a mí para mirarme a la cara. Se le veía cansado, como si no hubiera dormido lo suficiente. En cierto sentido, no podía compararse conmigo: mis ojeras ya estaban muy marcadas y mi aspecto enfermizo sacaba a relucir lo poco que había probado bocado durante todo ese tiempo. Me encogí más dentro de la esquina donde estaba, temiendo que volviera a pisotearme el cuello, él simplemente bajó la cabeza.

-Lo siento Tsuki, yo... me comporté de una forma horrible al decirte todas esas cosas... No era mi intención, de veras, sólo estaba muy muy enfadado...

-Eso último era fácil de ver. ¿También le hablas así a ella? Estoy seguro que no...

-Ya te he dicho que lo siento, ¿qué más quieres? Te prometo que no volverá a ocurrir.

-No puedo creer en tus palabras.-le corté secamente. Abrí los ojos lo máximo que pude, mis pupilas se dilataron. Empecé a clavar el cuchillo de forma rítmica otra vez contra el suelo.-Sólo soy un estorbo para tí al fin y al cabo. A ella la tratas con cariño, le dices palabras bonitas, a mí me gritas y me haces daño... ¿Es divertido? ¿Te gusta destrozarme por dentro y por fuera? ¿Es entretenido ver cómo me retuerzo? Destrúyeme, apriétame fuertemente, ¡rómpeme si eso te hace feliz! ¡Hazlo de una vez!

Empecé a reírme con solo verle la cara a mi hermano, tenía miedo, miedo de mí. Sus ojos querían gritarme para que dejara de comportarme de esa forma tan espeluznante pero su cuerpo no reaccionaba. Dejé el arma en el suelo y me acerqué a él, lo tiré al suelo y me quedé mirándole desde arriba de forma inexpresiva.

-Yo también puedo satisfacerte como lo hace ella, incluso mejor.

Acerqué mi boca a la suya para juntarlas en un beso, tratando de imitarlos suyos con esa chica e incluso mejorarlos dejando que mi lengua hiciera el trabajo extra. Era fácil saber que él me apartaría de un manotazo, por lo que rápidamente bajé las manos a su cuello mientras sonreía. Si él no era mío, jamás podría ser de nadie. Nadie sería capaz de tenerle, nadie.

-¡Si Tsuki no puede tener a Tsehde nadie más lo tendrá! ¡Sólo él puede tenerlo! Porque Tsehde se lo prometió... le prometió que estaría con él eternamente. Dijiste que me cuidarías siempre y que no me harías daño, quiero que vuelvas... quiero que onii-san regrese...

Sin quererlo, empecé a llorar. La risa fue convirtiéndose en un llanto desesperado y la fuerza con la que le apretaba la garganta a mi gemelo fue desapareciendo. Consiguió sentarse para así rodearme entre sus brazos para que dejase de gritar que me lo devolvieran, que me devolvieran a mi hermano. Ese calor, esa forma protectora de abrazarme... era él, había vuelto... Seguí llorando en silencio, esta vez de felicidad, mientras disfrutaba de ese pequeño momento donde todo era como antes, igual que había deseado, como quería que pasara en mi mundo ideal.

Después de que me tuviera toda la noche pegado a su pecho como solíamos hacer cuando era niño y estaba asustado ya me sentí con fuerzas para centrarme en atrapar al bastardo de Through. Decidimos que lo emboscaríamos delante de un pequeño río que cruzaba la zona donde él se encontraba, iríamos Chika, Tsehde y yo mientras que Shayna se quedaría con Takuya por si ocurría algo malo. Costó mucho despegarla de él pero al final pudimos irnos, la estrategia que debíamos seguir era simple: Tsehde y Chika atacarían de frente mientras yo defendía desde la retaguardia. Pero algo debió salir mal.

Todo había ocurrido como esperabamos, él había acudido al lugar donde predijimos que iría y estábamos listos para actuar.

-Oh, cuánto me alegra el volver a veros con vida a todos.-dijo con sorna mientras sostenía entre sus manos una extraña gema esférica del tamaño de una canica.

-Se acabó Through, es hora de acabar con este maldito juego de matar y traicionar.-exclamó Chika mientras desenvainaba una espada, la misma espada con la que años atrás lo habían matado a él.- No permitiré que vuelvas a dañar aquello que amo.

Se acercó corriendo al moreno y bajó el filo a gran velocidad, dándose cuenta de que le paraba con otra espada a una velocidad increíble. La danza de espadas acababa de empezar, el hierro rugía con gran fuerza mientras pequeñas chispas parecían saltar. Chika intentaba adentrarse por las aberturas que dejaba Through al defenderse pero enseguida este contraatacaba y lo empujaba hacia atrás, momento en el que Tsehde se lanzaba con la guadaña y era esquivado, haciéndole caer de bruces contra la tierra seca. Mientras volvía a levantarse, Chika aprovechó que su antiguo amigo estaba de espaldas para lanzarse pero él giró sobre sí mismo y lo encaró con el filo por delante, con un leve juego de muñecas y un poco de fuerza consiguió apartarle la espada y hacerle un corte en el hombro. Hubiera sido peor si el peliazul no se hubiera apartado en ese preciso instante. A pesar del dolor él volvió a lanzarse para atravesarlo con aquel arma, quería hacerle sentir el mismo dolor que él había sentido años atrás. En uno de sus ataques, el moreno lo inmovilizó agarrándole una mano y arrancándole la espada de entre sus dedos para clavársela directamente en el pecho.

-¿Lo recuerdas?-le susuró al oído con una maquiavélica sonrisa.

Tsehde y yo nos quedamos pálidos y boquiabiertos, ¿acababa de...a Chika...de verdad?... Verlo caer como un muñeco al suelo, con esa mirada perdida en la nada fue como si todo perdiera sentido de un momento a otro...

-Tú... ¡BASTARDO!

Tsehde dio un salto y golpeó el brazo de Through con el mango de su guadaña, en ese momento salí de mi escondite y cogí la pequeña gema que sostenía cuando se caía para salir corriendo con ella en la mano. Mis piernas nunca serían tan rápidas como las de onii-san, Chika-sensei o Through, de haber sido más rápido, más fuerte, onii-san jamás se habría puesto delante de mí para evitar que Through me atravesara con su espada cuando me quedé acorralado. Otra vez no... otra vez...

-¿Nii-san...? ¡Tsehde!

Su cuerpo cayó al igual que el de Chika, desangrándose poco a poco. Ví que Through se acercaba paulatinamente, ya no me importaba morir, todo lo que había amado ahora estaba destrozado por los suelos... ¡Él se los había llevado y merecía morir! Guardé la gema rápidamente y agarré el arma de mi hermano, en cuanto el otro me embistió paré su ataque y lo empujé hacia atrás, lanzandome rápidamente hacia él y haciéndole un corte en el pecho con la guadaña. Al principio eso no pareció hacerle gran cosa por lo que seguí atacándole, cuando la guadaña dejó de ser efectiva agarré la espada del maestro y le embestí con fiereza, intentando llegar al pecho para atravesarle el corazón y destrozárselo en mil pedazos, igual como había hecho él años atrás y en este momento. No paré hasta conseguirlo y aún así, aunque estuviera restregándose por los suelos, yo seguí y seguí atravesándoles hasta que la sangre se convirtió en otro río al igual que el que pasaba a nuestro lado. El condenado seguía vivo, poco le faltaba para estirar la pata pero aún resistía, ¿cómo es posible?

-Tch, por mucho que me atravieses... jamás moriré del todo. Pienso volver a por la gema, ¿lo sabes?... Este círculo vicioso nunca terminará...

Le miré con indiferencia y luego miré a la esfera. Sin pensarlo me la metí a la boca y me la tragué. La cara de Through fue épica, la ira la descompuso totalmente antes de que su último aliento se acabara y su cuerpo se descompusiera en ceniza. Me di cuenta de que empezaba a llover con fuerza, no me importó en absoluto. De repente, oí a alguien toser. Era Tsehde. Me acerqué corriendo a él y lo sostuve entre mis brazos con cuidado, un hilillo de sangre salía de sus labios.

-¡Hermano! No te esfuerces mucho, estas herido...

-No me importa... Tsuki, lo siento... no podré protegerte más...

-Eso es lo de menos, por favor, ¡quédate conmigo! Resiste, te llevaré con Takuya-san para que te curen... ¡podrás estar con Shayna! Buscaremos a Neoryn juntos y volveremos a ser todos felices...

El albino negó con la cabeza.

-No... debo irme... me hubiera gustado... quedarme con todos... pero... mi cuerpo... ya no resiste más...

-No te vayas... onii-san... quédate... ¡no me dejes solo!

Se arrancó el colgante con el ópalo que perteneció a nuestra madre del cuello y me lo dio, aquello significaba mucho para él y el que me lo entregara significaba que me otorgaba la protección de su bien más preciado. Me acarició la mejilla mientras me susurraba un "adiós" antes de cerrar los ojos para siempre, cogí su mano entre las mías antes de que cayera al suelo y empecé a llorar. Me aferré al poco calor que aún quedaba en ese tacto muerto mientras le seguía suplicando que regresara, que no me dejara solo.

Fue inútil, él ya se había ido.

Recuerdo haber colocado los cuerpos de ambos uno al lado del otro mirando al cielo, con un pequeño espacio en el cual me tumbé yo. Cómo en aquellos tiempos donde todos estábamos juntos, cuando éramos una familia, todos juntos... otra vez...

Desde entonces, he viajado de un lado a otro, buscando una manera de parar ese círculo vicioso, solo y sin ayuda de nadie. No pararé hasta que esta triste historia deje de repetirse y pueda darle un final a Through. Hasta que él no muera, yo tampoco lo haré. He intentado suicidarme, pasar de ello y hacer una vida normal, pagarlo con otras personas, pero ha sido imposible, el recuerdo de aquellos que cayeron me persigue y aún hoy no puedo quitarme de la cabeza la imagen de mi pequeño mundo rompiéndose en mil pedazos. Seguiré vagando por este infinito corredor hacia el dolor completamente solo, para no herir a nadie más, para no perder nada más...





Lunrey se quedó mirando la última página fijamente, su rostro pareció quedarse petrificado. ¿Era todo eso cierto? ¿Por qué no le había contado absolutamente nada el peliblanco? Cuando levantó la vista de esas palabras se dio cuenta de que Tsuki había llegado y le miraba apenado, con una sonrisa triste al ver descubierto su "pequeño" secreto. El peliazul se lanzó a abrazarlo, sorprendiéndolo enormemente.

-¿Pero qué...?

-¿Es por eso que me hiciste prometer que no te dejaría?-le preguntó mientras apoyaba la cabeza sobre el hombro del albino.

-Más o menos... Lun, yo...

-No hables. No hay necesidad de decir nada, me quedaré así... contigo... todo el tiempo que haga falta, sólo no digas nada.

Quería dejar el tema zanjado, era mejor no meter el dedo en la herida otra vez.


When you call me
ring the bell that calls the angels
our souls will meet
in the place where the demons come.
We'll meet again
in your sleep without end.